En los albores del sueño
Estanca, una límpida lámina acuosa
tórnase turbia con el torrencial vaivén
de unas infectas sierpes escarlatas, que ociosas,
divagan sobre ella sin permitirte ver.
tórnase turbia con el torrencial vaivén
de unas infectas sierpes escarlatas, que ociosas,
divagan sobre ella sin permitirte ver.
Cual pátina de un oxidado bronce
que antaño viose en mejores tiempos,
comienzan dos manos, su roce.
Bienvenido a la ciudad de los perros.
[Aquí no valen los peros
Entre ellas asoma la roma punta,
rociada con roja escarcha, de la daga
con la que un arlequín en su lucha,
compungido perforó el tórax de la flaca.
rociada con roja escarcha, de la daga
con la que un arlequín en su lucha,
compungido perforó el tórax de la flaca.
En la mortecina penumbra de sus negros
lee uno el aciago sino de aquel que sabe,
De aquel que sabe que no ha sido un sueño,
Por más que hable y hable.
lee uno el aciago sino de aquel que sabe,
De aquel que sabe que no ha sido un sueño,
Por más que hable y hable.
Esto no es sino un sueño, me digo.
Nada más que un sueño, me repito.
Una y otra vez, una, y otra,
Pero ya es tarde para ignorar que es cierto.
Nada más que un sueño, me repito.
Una y otra vez, una, y otra,
Pero ya es tarde para ignorar que es cierto.
Un sueño, un sueño, un sueño…todo es sueño
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