Es curioso: la monotonía aburre, y en el arte, devalúa. El anquilosamiento en el pasado de ciertas obras visible en su pátina (tanto física como etérea, tanto histórica como quimérica) nos demuestra que el paso del tiempo juega a su favor.
Una corriente artística puede tener muchas ventajas (funcionales) respecto a otras, pero es innegable que bebe de sus compañeras, hasta de las más adversas. Sin quererlo, lo oposición suma valor, distingue, reconoce y posterga en el tiempo, a la larga.
Leyendo sobre estos avatares del porvenir del arte me pregunto: ¿estos adalides de sus movimientos eran conscientes de la importancia que tenía aquello que desprestigiaban? Señores, sin sus menoscabados contrarios, no son nada. ¿Por qué menosprecian lo que les ha construido? Rebélense. Exterminen lo establecido.
La diversidad es riqueza. El cambio nos hará crecer. ¿Por qué esto o aquello ha de ser lo correcto? ¿Está en algún lado escrito? Pregúntense: ¿Por qué no? Si matamos a Dios, ¿qué otro poder podrá dar la suficiente autoridad como para poder convertir un principio en inquebrantable axioma?
La Física nos lo demuestra. No sabemos nada, y cada vez sabemos menos. Es lógico que montemos nuestras vidas sobre unos preceptos supuestamente inexorables, pero sabed que no lo son. Como dice la ciencia ficción, siempre habrá un universo paralelo en el que ocurra justo lo contrario... Brindo por ello. Hoy, brindo por la diversidad.
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