jueves, 24 de marzo de 2011

Reflexiones en la noche

Ojos cansados. Yemas pegajosas. Materiales por doquier. Bono susurrándome al oído que será un domingo sangriento. Lo que sí tengo claro es que mis ojos estarán inyectados en sangre a la mañana siguiente...Esa larga noche de sábado toca trabajar. El objetivo, hacer una maqueta.

Son horas y horas de soledad en las que uno piensa poco y actúa casi como un robot cuando ha perdido la cuenta de las horas que lleva trabajando. No obstante, una pequeña parte del cerebro se revela constantemente para dejar algunas impresiones. Muchas de ellas irrelevantes, pero una en concreto de las que me asolaron aquel sábado convertido en domingo no pasó inadvertida.

La imagen: un cura hablando a unos jóvenes. El sitio: el salón de actos de un colegio mayor. El momento: no tiene importancia. Esa fugaz instantánea trajo a mi mente unas palabras que haciendo honor al blog, no recuerdo si las llegué a oír en algún momento, y en caso de que sí, tampoco podría asegurar que las dijera la persona en cuestión. Me inclino por pensar que mi subconsciente se decantó por una persona que pudiera transmitirme con fuerza una idea, para rebatirla o hacerla mía...quién sabe.

Una frase fue la clave del discurso: "Sois libres de elegir creer en Dios o no creer en Él". De repente mi mente empezó a trabajar y a discurrir involuntariamente sobre lo que me había ella misma traído desde el onírico mundo de los sueños que me impedía disfrutar a mí mismo aquella noche. Aquel discurso denotaba que Dios estaba implícito en él. Transmitía la sensación de que si elegíamos no creer, elegíamos no creer o ignorar el hecho de que existe, dando por sentado que existe, a pesar de que lo neguemos. Es por ello que mi mente ya cercana a lo febril me dio a entender que esa no había sido la manera correcta de expresarlo.

Inmediatamente, debido a la increíble rapidez de los transistores neuronales otro pensamiento resonó con estruendo en mi cabeza: La vida que ese hombre había elegido era extremadamente simple. Durante la mayor parte de mi vida, cuya infancia ha estado ligada al catolicismo, he admirado el "esfuerzo" que veía en las personas que dedicaban toda su vida a la obra divina y se entregaban a Dios. Para mí la labor de estos curas y monjas era encomiable...Qué difícil me parecía todo aquello... Sin embargo esa noche lo vi desde otra perspectiva. Elegir ser un pastor de Dios en la tierra, ser uno de sus brazos ejecutores, no es sino elegir el camino fácil en el sendero de la vida. Te dan todo hecho y en bandeja. No digo con esto que sea una vida fácil, pero sí que está orientada a unos objetivos desde antes de que la elijas. Pocas decisiones en la vida de una persona implican más facilidad y comodidad que esta. Las ambiciones personales de uno se dejan de lado, tomando importancia las del conjunto, las cuales no vienen marcadas por ti, puesto que siempre han sido las mismas. Una vida dedicada a la oración, a Dios y a servir a los demás...No parece muy difícil...

En mi opinión, y puede que esté equivocado, pero para eso el tiempo me pondrá en mi lugar, lo verdaderamente difícil es aventurarse a vivir la vida como un gran proyecto que cada uno habrá de confeccionar y al cual cada uno tendrá que darle su toque personal. Lo difícil es decidir adónde orientar nuestra vida. Lo difícil es ver que algo no nos gusta y volver a reorientar nuestro camino. Lo difícil, es encontrarle un sentido a la vida terrenal más allá de la mera existencia. ¿Queremos que la vida sea un tránsito que supondrá en la historia del universo menos de lo que supone en nuestras vidas lo que tarda el sol en morir en un atardecer? Ese momento pasa muy rápido...y sin embargo la belleza de un ocaso puede marcar nuestras vidas para siempre.

Y retomando el tema del principio, no pondré en tela de juicio la existencia de Dios, pero siendo cierto que hay alguien ahí arriba (y ya no es ni el Dios cristiano, ni el musulmán, ni ninguno...), ¿no querría este todopoderoso creador ver cómo sus "hijos" prefieren tener una vida completa y llena, rica en todos los sentidos? Sinceramente, no pienso que prefiriera que pasáramos una vida contemplativa en donde todo gira en torno a él. Preferiría que encontráramos nuestro sendero, que tomáramos decisiones, y que fuéramos responsables de ellas...

Y esto, es lo bello de la vida. Una vez leí la siguiente frase, yo la hice mía, y te animo a que la hagas tuya:

La vida es vida...disfrútala