miércoles, 28 de septiembre de 2011

Ha sido una tranquila cena

Prisma 1.

Para qué negarme lo evidente. A menudo me mantengo al margen de la película que se desarrolla a mi alrededor. No me interesa ningún papel, ni siquiera secundario. Ese hastío hacia la gente me desagrada. No quiero aburrirme tan fácilmente. Me gustaría encontrar una chispa de vida en todo acto. Me gustaría ilusionarme por cada conversación comenzada. Me gustaría saborear cada palabra intercambiada...pero me resulta tan difícil...

Miro a mi alrededor y se me abre un amplio abanico de posibilidades...múltiples caminos a tomar...pero ninguno me suele ilusionar. Bien es cierto que cuando hallo mi senda, irradio alegría.

En mi opinión todo el mundo tiene algo que aportar...por eso es indispensable que siga esforzándome en conocer a las personas. De todas puedo aprender. Pero cuando no sacan a relucir lo que valen, o cuando para un gramo de arena, hace falta 1 kilo de cal...¿realmente merece la pena seguir?

Con esto quiero decir que quizás no esté hecho para entablar relaciones con todo el mundo. Las personas que satisfacen mis necesidades son menos abundantes que las que, por el contrario, me fatigan y repulsan. Soy una persona socialmente muy desarrollada, y puedo manejarme con soltura en casi cualquier conversación, pero cuando estos pequeños esfuerzos de ser más elocuente con tus interlocutores acaban por desvelarte lo que en el fondo esperas...¿hay que seguir en el empeño? ¿Es necesario repetir, cual autómata, frases hechas que encajan sin necesidad de costuras en el diálogo? [¡Qué original eh!] Con 18 años prefiero optar por hacer caso a mi estado de ánimo, él dicta si he de esforzarme por hablar o si por el contrario he de quedarme callado, en silencio, observando. No me gustan las cosas fáciles, y por si no ha quedado claro lo que quería decir con lo de las costuras, lo diré con otras palabras: ¿Qué porción de nosotros va impregnada en los sonidos que emitimos, formando palabras, frases, conversaciones en un principio complejas? ¿Somos todo lo que decimos? ¿En qué parte es heredado? Por si no lo tienes claro, mañana, comiendo con alguien en la mesa o hablando con alguien en la escuela o en el trabajo, piensa: ¿Esto que estoy diciendo variaría mucho de lo que podría decir esta persona X, a la cual desconozco?

Y aunque con lo que aquí recojo se dé una imagen de mí bastante sobria y solitaria (obscura), puedo asegurar que justamente mi estado de ánimo es el contrario. Suelo ser una persona bastante animada, divertida, que tira de los demás para que la llama no se enfríe.

Prisma 2.

No me gustan los prejuicios, y creo firmemente en que todo ser humano es bello...pero eso sí, hay seres humanos que se empeñan en arruinarse esa belleza a toda costa. Cuando uno lleva una máscara por tanto tiempo, ¿no es cierto que a uno se le olvida que la lleva puesta? ¿Sigue habiendo esperanza de conocer el verdadero rostro que dormita en el interior? -Firmemente pienso que sí, pero a veces es casi imposible.

Como con-viviente de un colegio mayor, comparto diariamente gran parte de mi tiempo con otras 42*4=168 personas (+ personal). Perfectamente puedo entablar conversación con la mayoría de ellos. Y el hecho de que haya personas con las que no puedo conversar se debe más a una antipatía|recelo que mi persona crea en ellos que vice versa. De corazón puedo afirmar que a ninguno de mis compañeros odio. Aunque si es cierto que muchos me aburren y no me interesan. Esa quizás sea la mayor verdad de lo que he escrito...que no me interesan (y les pido disculpas...pero no puedo evitarlo).

En resumen, que las conversaciones, o mejor dicho, lo que esas personas aportan de ellas mismas a las conversaciones que mantienen, por muy banales que sean, me cansa, me aburre, ya estoy acostumbrado a ello. No me sorprende.

Pasando el tamiz a estos 160 (algo extensible a la mayoría de gente que conozco; aunque aquí me centro en ellos por tener la obligación|suerte de con-vivir con-ellos) nos quedamos con un grupo reducido...al cual no quiero ponerle cifra...pero que podréis imaginaros. Ese pequeño grupo realmente me permite ser yo casi plenamente. Entre ellos se encuentran personas que me fascinan, personas que quieren conocerme (y yo a ellos), personas casi idénticas a mí con las que comparto aficiones, mis antítesis, pero con las que congenio genial...Hay de todo vaya.

Como eco de lo dicho, que quede constancia de que no pido mucho. No exijo nada más que una persona que quitando nuestros 'yo' festivos, tenga además un 'yo' con el que se pueda mantener una conversación y dialogar. Solo eso...¿a que no es tanto?.

Prisma 3.

Esto son vueltas de más. Realmente uno llega a pensar en esto cuando ha tenido la maravillosa suerte de conocer a muchísimas personas, todas ellas diferentes, que le complemetan. Uno se vuelve exigente...pero la universidad parece que crea un gran grupo homogéneo de personas. Personas en serie, podríamos denominar el efecto. ¿Se seguirá manteniendo tan homogéneo?

Y cerrando con una frase de un gran amigo que desobedece estos fenómenos sociales:
"Jamás he conocido a nadie con quien ser yo realmente, por eso he tenido que adaptarme. Me costó mucho esfuerzo pero lo conseguí. Estoy orgulloso de lo que hice, pero ahora me doy cuenta de que hasta que no he conocido gente con la que ser yo realmente, no he podido ser feliz con una amistad (me he negado)". Que no os pase a vosotros ese error, no os neguéis.

Gracias. Esto va por vosotros. A todos los que he conocido y amo. Por todos los que amaré