jueves, 17 de noviembre de 2011

Entierro literario de Michel Houellebecq

En una incineración hay siempre ruidos de maquinaria, los quemadores de gas que producen un estrépito espantoso, mientras que allí el silencio era casi perfecto, únicamente perturbado por el ruido relajante de los terrones que chocaban contra la madera y se desmenuzaban suavemente sobre la superficie del ataúd. En el centro del cementerio, el rumor del tráfico era casi imperceptible. A medida que la tierra llenaba la fosa, el ruido se volvió más sofocado, más mate; después colocaron la losa.

La carte et le territoire