sábado, 31 de diciembre de 2011

Ese muñeco

A veces tengo la sensación de tener que comportarme del mismo modo que lo haría un autómata en mi lugar. Cuando me veo en esas situaciones no puedo sino pensar: ¿Por qué tengo que hacer las cosas de esta manera? Este período de tiempo que llamamos navidad no hace sino incrementar esto.

Soy una persona que por desgracia se harta de las convenciones sociales. Me aburren. Me hastían. ¿Por qué he de aguardar una fila india al final de la misa de una persona fallecida para dar el pésame mediante un abrazo o un beso? Antes de mí ya lo han hecho otras 50 personas, y de hecho has de esperar a que el que tienes delante termine sus movimientos para poder entonces imitarle tú, como perritos. Disculpen mi rareza, pero prefiero la intimidad para dar el pésame. No tengo que quedar bien con nadie.

¿Por qué tengo que hacer hoy día 31 una comida especial con una fiesta especial en un día normal? ¿Acaso la familia no puede reunirse en otro momento igual de normal? Nos aferramos a cualquier ocasión especial para huir de una vida que por lo general nos atosiga a diario, mediante el trabajo, mediante los disgustos familiares...

Es triste. El ser humano inventa estos rituales para hacer su vida más pasajera, más llevadera. En vez de enfrentarse a su propia vida, preferimos eludirla pensando en banalidades creadas por el hombre. Que si deseo que llegue el fin de semana para descansar...que si anhelo las vacaciones...que si quiero entretenerme jugando a la consola...¿Hola? Una dosis de realidad por favor...esto es grave.

Como rebeldía. Por ser yo mismo y no uno más: Buenas noches.

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