jueves, 24 de febrero de 2011

Metamorfosis (realidad o ficción)

Cuánta belleza...después de 3 años aún no lo había olvidado.

Parece mentira que en esa ocasión lo admirara, pero desde otra perspectiva. Ahora con el tiempo era capaz de comprender mejor lo que amaba. Era un sentimiento más maduro. Seguía siendo maravilloso, y lo único que lo estropeaba era simplemente lo que lo convertía en lo que era. ¡Qué curioso! Como la poesía de Juan Ramón, habría sido más bella desnuda, sin ninguno de esos ropajes...

Después de 13 días intensos aquella apetecible tarde se volvió más relajada. Como no teníamos prisa, aprovechamos el lugar para hacer una parada. Ambos nos sentamos en el suelo. Ella no dejaba de mirar con los ojos de aquel que ve por vez primera. Devoraba cada detalle. Eran esos momentos en los que a mí me parecía que resplandecía más. Yo, aunque era la segunda vez que tenía el placer de estar ahí, seguía sorprendido.

Apoyé la cabeza sobre sus piernas. La miré a los ojos durante un momento. Esbocé una sonrisa...y poco a poco fui cerrando los ojos. No pretendía dormirme allí, solo descansar un momento...Sería solo unos segundos...


Esta tarde la he pasado, como de costumbre, enfrente del ordenador. Siempre investigando y buscando información sobre aquello que me interesaba. Hoy además se me había propuesto un juego en torno a la figura de Le Corbusier que me resultó muy agradable...He podido descubrir cosas muy curiosas sobre su persona. Aquellas mañanas en las que dibujaba y dibujaba mientras su mujer le preparaba el desayuno (sería bello vivir algo así...); y esas tardes enfrentándose al papel, y a él mismo, todo por proyectar el mejor de los edificios...Siempre superándose. Pero no ha sido esto lo que más me ha llamado la atención...


Aún con los ojos cerrados, noté como su mano se posaba sobre mi mejilla y me acariciaba el rostro con las yemas de los dedos...Estos se movían lentamente por cada surco, por cada arruga, por cada facción...Parecía que era la última vez que me vería, y que pretendía memorizar perfectamente cómo era mi cara...Seguí disfrutando del baile que prefería como pista mi cara...

Entonces me vino una imagen a la cabeza. Había sido un amanecer precioso. En esos momentos el cielo se había tornado naranja. Me encontraba a la orilla del mar de Cap Martín. Serían en torno a las 11 de la mañana de un 27 de Agosto. Contemplé el horizonte durante unos instantes...e inspiré hondo. Había llegado la hora. Lentamente me fui introduciendo en el agua, mientras una melodía repiqueteaba en mi cabeza. Aquella canción...sería mi única compañera en mi último viaje. Estaba contento. No me hacía falta nada más. Sumergí la cabeza en el agua cuando me llegaba por el vientre. Estaba fría, muy fría. Me adentré en el mar. Cada vez estaba más lejos de la orilla. Llegado un determinado momento, empecé a bucear. Buceé y buceé. Había descendido mucho, y mis pulmones no podrían aguantar mucho más. No obstante, seguí descendiendo. Cuando no pude aguantar más la respiración, me giré y miré hacia arriba. El exterior se veía precioso a través del agua. Era como una ventana...Hacía frío, y todo estaba oscuro. Solo un atisbo de luz me confirmaba que no me hallaba en un sueño. Poco a poco todo se volvió aún más oscuro, lentamente...hasta que el negro me sumió en una oscuridad absoluta. Todo había acabado.


Muro de Luz . Iglesia de Ronchamp

Entre espasmos, me desperté de la pesadilla. Ella seguía contemplándome. Su rostro me tranquilizó. Tú... La abracé fuerte. No quería separarme de ella.

Me incorporé de nuevo y proseguimos la visita del museo. Me sentía raro. Apenas había descansado 10 minutos, pero no era el mismo que antes. Pensé en la metempsicosis que decía Jim Morrison que sufrió por parte de un indio al que vio morir. El rey Lagarto lo cantaba así en su celebre "Riders on the Storm": <<Ghosts crowd the young child`s fragile eggshell mind>>
Eso era imposible, lo descarté de inmediato. ¿Por qué querría el más grande de los arquitectos del siglo XX adueñarse de mi alma? No...no era eso, pero sin embargo...ese sueño había dejado algo en mi interior. Era solo una sensación. Intuía que algo era diferente. ¿Sería ese algo lo que diferenciaba a unos pocos de la gran mayoría? El tiempo lo diría...


Después de terminar el mail, se lo envié a mi profesora con las 5 ficciones que creía haber oído en clase. No ganaría el premio, pero aún así, había aprendido, por lo que el día nada más que por eso fue de provecho.


Ese día yo había sido él por unos instantes. Lo había sido... En mi mente quedará para siempre el recuerdo. En la realidad, haría todo lo posible por recuperar esa sensación, y por superarlo y superarme. Tenía tiempo. Solo contaba con 18 años...Toda una vida por delante para dedicarla a una sola ambición. Vivir.

Una mañana Catherine se despertó
hecha un brazo de mar,
metamorfoseada.
"¡Mira que bien! -exclamó- tengo tetas, ¡oh!
oh la la, qué buen par,
soy una monada.

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