jueves, 19 de mayo de 2011

Barruntando la soledad

Es mi primera visita a un edificio de una importancia arquitectónica considerable siendo consciente de dicha importancia. El edificio en cuestión es una iglesia. Construída en ladrillo, su torre se alza imponente cuando uno se acerca a ella. Llama la atención la cantidad de requiebros que hace el ladrillo en dicha torre.

Una vez dentro, es imposible no dejarse maravillar por esa distribución de una planta centrada en donde hay una constante degradación que se extiende a los cuatro brazos que surgen del foco de la iglesia, a su vez foco luminoso, pues el arquitecto, con un divertido uso del ladrillo, ha ido cerrando la cúpula girando, rotando y superponiendo estas piezas de adobe.

Pero mi atención no se centra mucho tiempo en esta maravilla arquitectónica, cuyo aire embriagador es una muestra de humildad. Toda mi atención va a parar en una hermosa chica que ha entrado poco después de nosotros (¿o fue antes?).

La iglesia está completamente vacia, a excepción de nuestro grupo y dicha chica. Es hermosa. No puedo parar de fijarme en ella conforme voy recorriendo la iglesia por los laterales, como si de una iglesia de peregrinación románica se tratase (no hay que perturbar la paz que irradia el centro de la iglesia). No estuvimos mucho tiempo dentro. Después de echar un vistazo a la cripta y a otras estancias de la iglesia salimos.

No han pasado más de dos meses desde aquella visita, y hoy me he sorprendido, probablemente suscitado por la lectura de "Pensar la arquitectura" (de Peter Zumthor), a mí mismo pensando por qué mi atención se posó en una chica que desconocía. ¿Sería por el extraño motivo de que una joven entrara sola, a rezar o a lo que fuere, en la iglesia? ¿Sería porque su serena belleza unida a su elegante indiferencia de lo que la rodeaba me fascinaba a la vez que me contrariaba? ¿Sería solo una atracción sexual? No sé, o no quiero saber.

Tras acordarme de ella he rebuscado entre mis fotos y he encontrado una que le hice a destrangis. No la voy a subir, pues lo que me quedó de la chica no es su físico, sino la impresión que me causó, y aunque la foto pueda ayudar, que de hecho lo hace, prefiero ceder a la imaginación esta tarea.

Por cierto, la iglesia es la Parroquia Sta. María de Caná de F. Higueras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario