domingo, 1 de mayo de 2011

Y cada suspiro que exhalamos era Hallelujah...

¿Escuchaba música pop porque estaba deprimido? ¿o estaba deprimido porque escuchaba música pop?
 No he podido evitar acordarme de esa frase mientras escuchaba los últimos versos de una de esas canciones de Jeff que me llegan directamente al corazón como si de un dardo, fiero, mortífero y preciso se tratase.

No he podido evitar asociar esa pasajera y honda pena a una imagen que minutos antes había contemplado. Más que una imagen...recuerdos. Aunque he de agradecer que al menos los tengo. No queda así mi vida vacía, sería triste no recordar nada del pasado de uno mismo.

No estoy pudiendo evitar en estos momentos suscitar en mi mente otras imágenes que sumadas a esa potencia de voz no hacen sino horadar poco a poco la superficie, hasta que finalmente hacen mella en uno. Es un juego peligroso que me seduce...pero le tengo respeto. Me podría meter en una espiral de la que es difícil salir. Uno solo quiere introducir los pies un poco en el agua, mojárselos durante un rato, y retirárlos antes de que te supere. Es ese tipo de belleza triste que tanto me cautiva. No sabría decir ahora mismo si sería capaz de recordar con más fuerza la sonrisa de una chica, o si preferiría esa mirada perdida, lacónica y sobre todo triste que no suelen abandonar a uno. Son tan bellas ambas...Es por eso por lo que me gusta el pop, creo. Por eso me gusta la melancolía. Por eso me gusta la bohemia. Por eso creo que en mi persona no puede imponerse ni la felicidad más absoluta, ni la mayor tristeza.

Por suerte soy de los que piensan que la verdadera causa de las dos preguntas ahí arriba se inclina más favorablemente hacia la segunda y no la primera. Son esos acordes secretos los que le hacen a uno ser más sensible a todo esto. Si una melodía más animada siguiera los pasos de esta que está sonando ahora mismo, seguramente mi mente divagaría por otros derroteros, pero me gusta esta especia de melancolía. Es ese tipo de melancolía que te hace esbozar una pequeña y casi imperceptible sonrisa cuando te acuerdas de aquella persona. No creo que sea negativa, al contrario, me hace darme cuenta de que soy humano, y que como humano siento, y eso es bello. Me gusta.

Y como creo que a veces cuento mucho, pero de una manera bastante subrepticia, al menos a mí me lo parece, aunque apenas es difícil saber de qué hablo, me gustaría hacerte llegar esa imagen que hace nada intentaba reconstruir en mi mente...a modo de esa famosa magdalena de la juventud de Proust en su búsqueda del tiempo perdido...

¡Oh, poder evocador de las sensaciones! ¡Oh, recuerdos! ¡Oh!

Y habiendo dado por finalizado la lectura de ese libro, puse un poco de música. Una muy suave y dulce melodía llenaba la habitación. La disfrutaba como aquel que saborea una canción por primera vez, al igual que cuando uno sale a correr y no sabe cuánto le falta para llegar...Esa primera vez siempre es especial, es una incertidumbre que te hace pensar que todo dura más de lo que realmente dura, o de lo que te parece que dura en las sucesivas ocasiones que vuelvas a experimentarlo...En definitiva, saboreas hasta el más mínimo detalle de lo que estás viviendo. Lo disfrutas.

Y no podía ser menos con esa voz de fondo. Esa voz... "Oh, mother..." decía...Y cerré los ojos para dejarme llevar por lo que me confesaba al oído. Con esa calidez como abrigo, decidí verte, evocarte en mi memoria sirviéndome de alguna foto. Y vaya si lo conseguí.

Rojo pasión...me gustaba ese vestido. Me sigue gustando cómo te queda puesto. Esas sugerentes curvas permitieron a mis recuerdos traerte a mi mente más vívidamente. La simple imagen de esas ceñidas medias oscuras de leopardo traían consigo su tacto, inherente, e imperecedero...Un tacto artificial, poco comparable al que siguió. El tacto de tu cuerpo...la canción terminaba...bañados por una cálida agua que nos golpeaba sin descanso...la canción emitía sus últimos acordes...el tacto del abrazo de nuestros cuerpos...un quebrado sonido daba cuenta de la proximidad del final de la canción...yo te apreté entonces contra mí...y un roto y frío grito quedó ahogado, cayendo al vacío...imparable, el abrazo nos unió infinitamente...y cada suspiro que exhalamos era Aleluya...

"...over my head..." y su voz se hizo imperceptible como un susurro deshaciéndose en el aire, sin saber por dónde se fue, la dejé de oír. Y en ese momento fui inmensamente feliz...

No hay comentarios:

Publicar un comentario